Por Roberto Perea para Revista Proceso
MÉXICO, D.F. (apro).- ¿Qué es ser masculino? A partir de esta pregunta, el dramaturgo y director argentino Marcelo Minino hace un análisis escénico de la construcción social de la masculinidad y la identidad de los varones a través de su obra Lote 77.
Se trata, sin duda, de uno de los espectáculos más relevantes dentro de la programación de la 7ª Muestra de Artes Escénicas de la Ciudad de México, un trabajo apoyado por el programa Iberescena, en el que el autor hace un paralelismo entre la cría del ganado vacuno, una de las actividades tradicionales en Argentina, y la masculinidad, entendiendo a ésta como el resultado de una serie de aprendizajes sociales.
En Argentina los diferentes rituales que se hacen con el ganado hasta lograr faenarlo y finalmente transformarlo en carne para el consumo humano, pasan por una serie de estructuras muy rígidas con las que Minino establece una analogía, como metáfora de un concepto de masculinidad difícil de romper.
Precisamente el cuestionamiento de la obra gira en torno de la posibilidad o no de trascender estas estructuras para ir más allá de lo establecido socialmente. En este sentido, una figura omnipresente es la del padre como modelo formador de lo masculino en cada uno de los tres personajes de la pieza.
Lote 77 es una crítica a las rígidas estructuras del “deber ser” masculino que dictan, entre otras cosas, que el hombre no siente, no llora y es fuerte, casi como un animal de faena. Se trata de una obra con más de cinco años de exitosas presentaciones en Buenos Aires, Argentina, y que también ha recorrido prácticamente toda Latinoamérica.
Más que hablar de machismo, Minino plantea que los límites entre lo masculino y lo femenino no son tan evidentes, con la diferencia de que la masculinidad es más reprimida en términos de la manifestación de sentimientos.
Andrés D’Adamo, Lautaro Delgado y Rodrigo González Garrillo forman la triada de extraordinarios actores que interpretan un texto con una estructura dramática compleja, de gran dinamismo, que regresa repetidamente a las mismas situaciones previamente descritas, pero agregando cada vez nuevos elementos informativos que ayudan al espectador a ir conociendo las motivaciones, traumas, prejuicios, experiencias de vida y demás circunstancias que han ido construyendo la masculinidad de estos personajes.
Con una sencilla escenografía del propio Marcelo Minino, que reproduce los corrales de crianza de ganado donde ocurren las acciones y la iluminación de Eli Sirlin, estos tres actores recurren también a un intenso trabajo físico para resolver un texto de compleja memorización, que apela a un público atento e inteligente que tendrá que ir uniendo los trozos de historia para poder conocer en poco más de una hora la personalidad de tres hombres en la búsqueda permanente de su ser masculino.
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